Subida al cerro Nicola
Últimamente tengo la extraña manía –por decirlo de alguna manera–, de poner los pies allá en lo alto de las montañas que alcanzan la vista…
A veces las cosas ocurren por casualidad. Ese día íbamos a dar un paseo por la cara norte de Sierra Bermeja; pero el viento o el azar nos llevó a la entada del camino de Nicola. El acceso era uno de los obstáculos que teníamos que sortear, pues es un carril muy irregular. Pero, como he dicho antes, no sé por qué ese día algo nos empujó a recorrer aquel terrible carril. Tanto es así, que los bajos de nuestro coche sufrieron varios impactos que estuvieron a punto de dar al traste con nuestra épica ruta.
El segundo obstáculo era determinar el punto de acceso, pues no hay ningún camino establecido, ni ruta marcada, ni sendero alguno, ni siquiera hitos de piedra –salvo los que colocamos nosotros por si algún atrevido senderista o montañero decidiera subir a este cerro–.
Después de analizar la zona decidimos subir por un pequeño barranco que atravesaba cejado, en diagonal, un bosque de pinos. Ya desde el inicio se camina campo a través y las finísimas y puntiagudas hojas hacían resbaladiza y más difícil la subida. Más adelante, al salir del bosque, recuperamos el aliento para enfrentarnos a un largo cresteo, que, tras varias subidas y bajadas, nos llevó a un collado. Aquí comienza la parte final en una ascensión durísima, salpicada de rocas y maleza. Tras un arduo esfuerzo, la satisfacción era infinita al llegar a la cima y contemplar el vértice geodésico y las vistas al mar y a todas las sierras de los alrededores.
Después de un merecido descanso emprendimos la bajada, que nos deparó el tercer obstáculo. A la altura del collado, nos empeñamos en bajar directamente hacia el carril, que se veía no muy lejos, a través de una línea más o menos despejada y clara; pero al ir descendiendo vimos que la vegetación se hacía más espesa, se iba cerrando el camino y al mismo tiempo iba apareciendo bastante desnivel con un barranco difícil de pasar. Estábamos en una encrucijada e indecisos de qué hacer. Instintivamente sacamos los móviles para comprobar si teníamos cobertura por si era necesario usarlos, –aunque ninguno reconocimos este hecho–
Empezamos a discutir y ver las posibilidades, y con cierto nerviosismo decidimos volver sobre nuestros pasos, conscientes de que habíamos perdido un tiempo precioso y malgastado fuerzas y energías.
Finalmente conseguimos volver a la cresta, cansados, y poco a poco descender por el bosque hasta el coche.
El Nicola -de 1.212mts. de altitud-,es una cumbre esquiva y abrupta, pero una ruta inolvidable, que no sólo dejó tocado los bajos del coche, sino los nuestros también (entiéndase las piernas).
Etiquetas: Sierra Bermeja