Río Chillar
Esta ruta que describo a continuación comprende la parte baja del río Chillar, desde “La Cantera” hasta “La Presa”.
Aunque en toda la bibliografía encontrada (libros, páginas de Internet, etc.) se habla de una duración de unas 6 horas ida y vuelta, que nadie se llame a engaño; esta es una ruta de al menos 9 ó 10 horas (teniendo en cuenta las paradas para las fotos, la comida, las pausas…). Pero, por otro lado, es un recorrido que enamorará al senderista más exigente. En pleno mes de julio y con el calor que cae a plomo, el río Chillar representa un sendero refrescante que discurre entre la sombra de un valle encajonado entre montañas e impresionantes cahorros, y por el agua limpia y cristalina del río, con algunas pozas y saltos de agua.
Todo comenzaba a las 8’00 horas de la mañana cuando Maite (La Elfa de sierra Crestellina) y yo, quedamos citados en Plaza Mayor con nuestros jóvenes amigos alemanes, una pareja típica de Bavaria al sur de Alemania, —lo de jóvenes es una pura ironía, puesto que como podréis ver por las fotos, rondan los 70 años).
Había una coincidencia especial en esta ruta: mis queridos compañeros del CP iban a realizarla justo al día siguiente, ya que nosotros no podíamos.
Durante el camino en coche hasta Nerja, conversando con Robert y Gisela (que así se llaman los alemanes), fui descubriendo que la ruta que ellos querían realizar y que tenían bien detallada en un libro, se trataba de la zona baja del río Chillar, y no de la parte alta (que era la que iba a hacer el CP al día siguiente, con JIA, el Comandante, a la cabeza, junto con Fernando y Ana (Los vigías del Juanar), y otros senderistas venidos desde Sevilla).
Había pensado dejar un par de señales o mensajes durante el camino, de manera que el Comando las viera, al día siguiente y sirviera de ánimo y estímulo. Pero en vista de que no iban a coincidir las rutas, empecé a desechar la idea.
La energía negativa de Saruman se presentó en forma de una serpiente grande y de color verde que vimos justo en el camino de entrada al río. “Como esa son las que hay en el Chillar”, comenté (y me vinieron a la cabeza las muchas serpientes de agua con las que tuvimos que lidiar en las Angostura del Guadalmina). Las mujeres se miraron con pocas ganas de entrar al río. Sin embargo, nada más lejos de la realidad; las puras y cristalinas aguas del Chillar, que corrían en todo momento, no albergaban ningún bicho rastrero. A las 9’30 comenzamos el camino desde “La cantera”. En media hora algo aburrida y casi sin agua, llegamos a la central eléctrica. El caudal de agua empieza a subir, primero hasta los tobillos y después, en algunos tramos, hasta las rodillas. En otra media hora empiezan a verse los famosos cahorros, estrechísimos; ambas paredes pueden tocarse con los brazos extendidos (es impresionante). En poco tiempo se llega a una poza, donde nos podemos dar un chapuzón. A partir de aquí la senda se hace progresivamente más difícil. Entre dos horas y media y tres de continua subida, se suceden y se intercalan zonas cómodas, con otras de grandes piedras, pequeños torrentes y mini-cascadas, con pasos más dificultosos y sobre todo resbaladizos, pero que hacen el paisaje más agreste, salvaje y hermoso. Se llega a una segunda poza con una bonita cascada donde termina para muchos la ruta. Aquí hay que abandonar el curso del río y atravesar grandes bloques de piedra y saltos de agua —es el tramo más complicado, hay que usar las manos, aunque no representa riesgo serio). Volvemos al rio y después de media hora aproximadamente, “La presa” sigue sin aparecer. Hacemos alto en el camino para la comida y entonces… Saruman vuelve a hacer acto de presencia; después de casi 5 horas de subida flaquean las fuerzas y las chicas deciden que no continúan. Haciéndole sombra a la mismísima Isabel (La bella durmiente del carril), se echan un rato de siesta. Mientras, Robert y yo decidíamos seguir unos veinte minutos más. Había algo en aquel ambiente, en aquellos tajos inmensos, que me decían que La presa estaba cerca; podía casi olerlo. La “expedición” dio sus frutos y llegamos en media hora a la famosa Presa. Además descubrimos dos carriles: uno, el que lleva hasta Frigiliana, y otro, el conocido como La Cuesta de los Galgos, que sube hasta el área recreativa del Pinarillo. Mi alegría fue inmensa, porque recordé que por este último carril sí pasarían mis compañeros del CP, poco después de iniciada su ruta del Alto Chillar. Así que, aunque había perdido la esperanza, pude dejar al menos uno de los mensajes en la rama de un arbusto, cerca de la casa en ruinas y de La Presa.
Finalmente hicimos el camino de vuelta por el mismo sitio. En total, unas 10 horas de una ruta… INOLVIDABLE. A la vuelta, nuestros amigos alemanes, Robert y Gisela, nos invitan a cenar a su casa en Alhaurín el Grande, con una tarta de ciruelas, especialidad típica de Bavaria. Pero eso quízás lo contaré en otra ocasión.
EPÍLOGO
1’30 horas – Madrugada del mismo día. Ya en casa, Maite me llama desde la habitación mientras estoy curándome las heridas de piernas y brazos. Me pide un analgésico; tiene el tobillo hinchado.
18’15 horas – Tarde del día siguiente. Recibo un mensaje en mi móvil. “Hemos encontrado el mensaje”. —La alegría es indescriptible—
Pepe León
18’15 horas – Tarde del día siguiente. Recibo un mensaje en mi móvil. “Hemos encontrado el mensaje”. —La alegría es indescriptible—
Pepe León
GPS Senderismo Familiar Málaga
Etiquetas: Río Chillar, Sierras de Tejeda Almijara y Alhama
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